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Pastel de semillas de amapola. Receta paso a paso

pastel de semillas de amapola

Pastel de semillas de amapola

Suena bien un pastel de semillas de amapola, ¿verdad?

En mi país, igual que en otros países del Este y del Norte de Europa las semillas de amapola se utilizan en la panificación y repostería. Por su intenso y singular sabor las semillas de amapola gustan a todo el mundo.

De pequeña, cuando en navidades iba a casa de mi abuela, a la llegada siempre nos estaban esperando —recién horneados, hinchaditos, doraditos, brillantes y aromáticos— rollos hechos con masa dulce fermentada y rellenos con semillas de amapola o con nueces o con queso fresco, canela y pasas.

El de semillas de amapola era el primero que volaba de todos. Estaba tan bueno que resistirse era tarea imposible.

Nunca en mi vida he conocido a nadie que probara algo que llevara semillas de amapola y que no le gustara.

El pastel de semillas de amapola que os ofrezco hizo que, desde su primer bocado, mi esposo se enamorara del sabor de las semillas de amapola. Jamás las había probado antes.

Se prepara así:

Apuntes sobre la receta

Imagino que te surge la pregunta “¿y de dónde consigo yo estas semillas de amapola?”

En el supermercado de Eroski, en la sección de productos ecológicos, venden paquetitos de 150 g de semillas de amapola a 2€ y pico. Supongo que en los herbolarios también las tendrán. También se venden en tiendas de alimentación ucraniana.

Antes de comprarlas mira bien la fecha de caducidad. Las semillas de amapola, al igual que las nueces, si se conservan mucho tiempo se vuelven amargas porque se estropean los aceites que llevan.

Si en el paquete pone que en 1-3 meses van a caducar, no los compres: es muy probable que ya están amargas. Las que compré caducaban en febrero de 2015 (en el momento de escribir esta nota estamos en mayo de 2014) y están perfectas.

La semillas de amapola son unas bolitas chiquititas bastante duras (como si fueran nueces chiquititas). Para disfrutar de todo su sabor hay que abrirlas. Antiguamente, mi abuela les echaba agua hirviendo para que se ablandaran, las escurría y luego, durante un buen tiempo las trituraba con un mortero. Como se suele decir: ¡Un trabajo de chinos, señores! Eso si, la mujer las convertía en una delicada crema que sólo se consigue de esa manera.

Para abrir las semillas de amapola nosotros vamos a utilizar un molinillo de café. Así que no hace falta ni ablandarlas con agua hirviendo ni nada.

Añade al molinillo una pequeña tanda de semillas y muélela, con pulsaciones cortas, unos 10 segundos. Vuelve a repetir la operación hasta moler todas las semillas.

El resto de proceso de elaboración del pastel es el de siempre: montar, mezclar y al horno ¡bajo vigilancia!.

Ingredientes:

Pastel

120 g de semillas de amapola
100 g de azúcar
75 g de mantequilla
3 huevos

Glaseado

100 g de azúcar glas
2 cucharadas de agua hirviendo
1 cucharada de tu licor preferido.

El molde es de 20 cm de diámetro espolvoreado con harina y untado con mantequilla.

Explicación paso a paso:

Encendemos el horno a 180C.

Molemos las semillas de amapola

En un bol durante 5 minutos a máxima potencia batimos 75 g de mantequilla blanda con 75 g azúcar.

Empezamos así:

Terminamos así (la mantequilla se volverá mas blanca):

Añadimos 3 yemas y montamos todo 2-3 minutos más.

Añadimos a la mezcla las semillas de amapola molidas.

Mezclamos todo muy bien y reservamos.

En un bol montamos las claras pasando paulatinamente de velocidad baja a alta de nuestra batidora.

Cuando las varillas empiezan a dejar la marca añadimos, sin parar la batidora, 25 g de azúcar.

Seguimos montando 1 minuto más y paramos.

Añadimos la tercera parte de las claras montadas a la masa de semillas de amapola para reblandecerla. Mezclamos con cuidado, con movimientos de arriba a abajo.

Añadimos el resto de las clara y volvemos a mezclarlo con cuidado.

Ponemos la mezcla en el molde y horneamos 30 minutos a 180C. Para ver si esta hecho hacemos la prueba del palillo: si al pincharlo en el centro sale seco, entonces ya está.

Mientras se hornee el pastel, preparamos el glaseado.

Añadimos agua hirviendo al azúcar glas y mezclamos todo hasta se vuelva homogéneo.

Añadimos una cucharada de nuestro licor preferido y volvemos a mezclar.

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Cuando el pastel esté templado le ponemos por encima el glaseado.

Si queremos, le ponemos por encima la ralladura de limón que le va muy bien.

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Este pastel, al igual que la mayoría, esta mucho mas bueno al día siguiente del horneado.

Pero como siempre… cuando más bueno estará es cuando lo comamos acompañado de un buen té/café y una buena compañía.

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