Separa las hojas de pak choy y lávalas bajo un chorro de agua fría. Escurrelas.
Puedes cortar ligeramente las puntas de las hojas, sobre todo si están amarillentas. Lo valioso del pak choy son los tronquitos blancos. Las hojas son un pelín fibrosas pero yo lo como todo, como las cabras. ¡Ja, ja, ja! No, probadlas. Cada parte de esta verdura es un regalo y puede apreciarse.
Lava la guindilla, ábrela por la mitad, quita de su interior las semilla junto con las nervaduras y córtala en medias anillas. Pela y pica finamente el ajo.
En una sartén grande calienta a fuego fuerte 3-4 cucharadas de aceite de girasol y dora ligeramente el ajo con la guindilla.
Añade en seguida pak choy, y saltéalo 1 minuto.
Añade 5-6 cucharadas de salsa de soja y sigue salteando otros 3-4 minutos o hasta que se ablande ligeramente pero siga crujiente.
Apaga el fuego, retira la sartén y enseguida sirve acompañado con salsa sriracha y arroz.