Untamos el molde con mantequilla y espolvoreamos con harina.
En un bol, montamos las yemas con 50 g de azúcar a máxima potencia durante 3 minutos.
En un bol, montamos las claras a máxima potencia. Cuando las varillas empiecen a dejar marcas, añadimos el azúcar restante (sin parar la batidora). Montamos 1 minuto más y paramos.
Añadimos a las claras las yemas.
Removemos con cuidado, movimientos de abajo-arriba hasta que todo se vuelva de un sólo color.
Tamizamos la harina y volvemos a remover igual que antes, con cuidado, hasta que dejemos de ver las partículas de harina y los grumos muy grandes.
Ponemos la masa en el molde de 18-20 cm de diámetro y horneamos a 200C 20-30 minutos. ¡Vigilando!
Para comprobar si está hecho, pinchamos el bizcocho en el centro con un palillo. Si este sale seco entonces el bizcocho está listo.
Esperamos 5 minutos, lo desmoldamos y en una rejilla lo enfriamos.
En un bol, montamos a máxima potencia la mantequilla con azúcar glas y azúcar glas de vainilla durante 3-5 minutos o hasta que se vuelva blanquecina. Añadimos poco a poco leche condensada, brandy y ron.
Apartamos una cucharada de crema para poner "brotes" las patatitas.
Una vez que el bizcocho esté totalmente frío, lo rallamos.
Añadimos las migas de bizcocho a la crema.
Removemos.
Formamos patatitas y las pasamos por la mezcla de cacao y azúcar glas hasta agotarla.
Hacemos en las patatitas agujeros y, con la crema que habíamos reservado, formamos los brotes.
Guardamos los pastelitos en la nevera 2-3 horas y los disfrutamos.