En un bol cascamos tres huevos de tamaño mediano y con ayuda de una batidora batimos a velocidad media durante un minuto.
Añadimos 150 - 160 gramos de azúcar.
A velocidad máxima montamos durante unos 8-10 minutos. Sabrás que ya está cuando al tocar la masa, no notes los cristales del azúcar.
Ponemos 6 gramos de polvos de hornear a los 165 gramos de harina (o una cucharadita y media).
Tamizamos la harina con los polvos de hornear sobre la mezcla de huevos, si no tienes un tamiz, pásalo por un colador.
Vamos a añadir ahora la ralladura de la cáscara de un limón (solo la parte amarilla).
A velocidad baja integramos la harina con los huevos.
En un cazo ponemos 120 ml de leche entera y añadimos 60 g de mantequilla.
Llevamos la leche con la mantequilla a ebullición. Añadimos una pizca de sal y a velocidad baja mezclamos todo. No hace falta insistir mucho cuando veas que la mezcla está uniforme y sin grumos, ya está.
Forramos el fondo de nuestro molde con papel para hornear, (el tamaño del mío es de 20 cm) y vertemos la mezcla dentro.
Metemos al horno y horneamos a 180 grados con calor de arriba y abajo unos 30 ó 40 minutos o hasta que veas que está hecho. Si tu horno tiene calor solo de abajo, hornea en la balda del medio. Recuerda que el horno ha de estar precalentado al menos 20 minutos. Si al pinchar con un palillo, ves que sale seco, entonces el bizcocho ya está. No lo dejes más tiempo para evitar que se reseque.
Pasamos un cuchillo por el borde y desmoldamos, lo dejamos sobre una rejilla y una vez frío espolvoreamos por encima con azúcar glass.